Visiting incredible places in the city -EN-ES-
On a morning bathed in soft sunlight, I ventured to a hidden corner of the city, where art and history intertwine in a dance of creativity and nostalgia. My destination was the atelier of Jorge Sarsale, a visual artist and painter whose work has captured the essence of the ephemeral and the eternal. Known by many in the art world and me super amateur but very hungry to know everything I do not know. In this case, Jorge Sarsale.
Jorge's atelier is not a common space, it is located in a place with a unique history, the former vehicle maneuvering beach of the Italian-Argentine Electricity Company. This former lot, once filled with the activity and bustle of electric vehicles, has found new life as a sanctuary for artistic inspiration.
When I arrived, I was greeted by the sight of a building that seemed to hold secrets of a bygone era. The walls, steeped in history, echoed with echoes of a time when electricity was the beating heart of progress. As I stepped through the door, the air changed, and an atmosphere of serenity and creation enveloped me.
Jorge greeted me with a warm smile, and his eyes shone with the passion of someone who lives and breathes his art. As he guided me through his workspace, I could see traces of the past intertwined with his present. Antique tools and stunt equipment mingled with brushes and canvases, creating an environment where history and art coexist in perfect harmony.
Jorge himself told me how the place had been transformed over the years. The Italian-Argentine Electricity Company, founded in the early 20th century, had been a pillar of urban development, bringing light and energy to the homes and factories of the city. The maneuvering beach, where its atelier now stands, was the nerve center of operations, a meeting point for the electric vehicles that kept the city moving.
As I listened, I couldn't help but feel a deep connection to the place. Every corner seemed to tell a story, every object seemed to have a life of its own. Amidst this symphony of past and present, Jorge's works stood out with their own visual language. His paintings, full of color and emotion, reflected a constant search for meaning and beauty in the everyday.
I spent hours in the atelier, absorbed in the magic of the place and in conversation with Jorge. We talked about art, about life, about how the past influences our present and how each brushstroke is an expression of our dreams and hopes. I felt that in that space, time stopped, allowing me to immerse myself in a world where creativity was the driving force.
As I said goodbye, I took with me not only the experience of having met a great artist, but also the feeling of having been part of a bigger story, a story that continues to be woven in every corner of the former vehicle maneuvering yard of the Compañía Italo Argentina de Electricidad. It was a day that left an indelible mark on my heart, a reminder that art has the power to transform and to connect the old with the new in an eternal dance of creation.
Spanish version
En una mañana bañada por la luz suave del sol, me aventuré a un rincón escondido de la ciudad, donde el arte y la historia se entrelazan en un baile de creatividad y nostalgia. Mi destino era el atelier de Jorge Sarsale, un artista plástico y pintor cuya obra ha capturado la esencia de lo efímero y lo eterno. Conocido por muchos en el palo del arte y yo super amateur pero muy hambriento por conocer todo lo que no conozco. En este caso, Jorge Sarsale.
El atelier de Jorge no es un espacio común, está situado en un lugar con una historia única, la ex playa de maniobras de vehículos de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad. Este antiguo terreno, alguna vez lleno de la actividad y el bullicio de los vehículos eléctricos, ha encontrado una nueva vida como un santuario para la inspiración artística.
Cuando llegue, fui recibido por la vista de un edificio que parecía guardar secretos de una era pasada. Los muros, impregnados de historia, resonaban con los ecos de un tiempo en que la electricidad era el corazón palpitante del progreso. Al cruzar la puerta, el aire cambió, y me envolvió una atmósfera de serenidad y creación.
Jorge me saludó con una sonrisa cálida, y sus ojos brillaban con la pasión de alguien que vive y respira su arte. Mientras me guiaba por su espacio de trabajo, pude ver las huellas del pasado entrelazadas con su presente. Herramientas antiguas y equipos de maniobras se mezclaban con pinceles y lienzos, creando un ambiente donde la historia y el arte coexisten en perfecta armonía.
El propio Jorge me contó cómo el lugar había sido transformado a lo largo de los años. La Compañía Ítalo Argentina de Electricidad, fundada a principios del siglo XX, había sido un pilar del desarrollo urbano, llevando luz y energía a los hogares y fábricas de la ciudad. La playa de maniobras, donde ahora se erige su atelier, era el centro neurálgico de las operaciones, un punto de encuentro para los vehículos eléctricos que mantenían la ciudad en movimiento.
Mientras escuchaba, no podía evitar sentir una profunda conexión con el lugar. Cada rincón parecía contar una historia, cada objeto parecía tener una vida propia. En medio de esta sinfonía de pasado y presente, las obras de Jorge destacaban con su propio lenguaje visual. Sus pinturas, llenas de color y emoción, reflejaban una búsqueda constante de significado y belleza en lo cotidiano.
Pasé horas en el atelier, absorto en la magia del lugar y en la conversación con Jorge. Hablamos de arte, de vida, de cómo el pasado influye en nuestro presente y de cómo cada pincelada es una expresión de nuestros sueños y esperanzas. Sentí que en ese espacio, el tiempo se detenía, permitiéndome sumergirme en un mundo donde la creatividad era la fuerza motriz.
Al despedirme, llevé conmigo no solo la experiencia de haber conocido a un gran artista, sino también la sensación de haber sido parte de una historia más grande, una historia que continúa tejiéndose en cada rincón de la ex playa de maniobras de vehículos de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad. Fue un día que dejó una huella indeleble en mi corazón, un recordatorio de que el arte tiene el poder de transformar y de conectar lo antiguo con lo nuevo en una danza eterna de creación.
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