When I became mute in Catamarca -EN-ES-

My trip to Catamarca was an unforgettable experience. As I toured its picturesque villages and admired its unique landscapes, I discovered a part of Argentina that left me speechless with surprise. One of the places that struck me the most was the small town of Copacabana, a hidden corner that seems to have stopped in time.

Copacabana is a quiet and cozy town, with cobblestone streets and adobe houses that preserve the essence of its colonial past. The highlight of Copacabana is its church, an architectural jewel that stands in the heart of the town. The church of Copacabana is simply beautiful. With its white facade and baroque details, it looks like something out of a postcard. Upon entering, I was greeted by an atmosphere of peace and serenity, with its well-preserved frescoes and high altar reflecting the art and devotion of its inhabitants. I spent a good time admiring every corner of the church, feeling a special connection with the history and culture of the place.

After enjoying the tranquility of Copacabana, I continued my trip to Tinogasta. The road there is an adventure in itself. As I drove along the winding road, the imposing mountains accompanied me on both sides. The colors of the mountains change with the sunlight, creating a visual spectacle that I could not stop photographing. The climate in this region is dry and sunny, ideal for enjoying nature in all its splendor.

Tinogasta is a place that perfectly combines natural beauty with the hospitality of its people. Here, the landscapes are a mixture of majestic mountains and fertile valleys. During my stay, I visited some local wineries where I was able to taste artisanal wines that reflect the character of the Catamarca land. I also took the opportunity to visit the Fiambalá hot springs, a relaxing experience that I recommend to anyone visiting the area.

Fiambalá, located a few kilometers from Tinogasta, is famous for its hot springs, but also for its unique landscapes. This small town is surrounded by mountains that offer breathtaking views and a sense of isolation from the outside world. The Fiambalá hot springs are a series of natural pools of thermal waters that are staggered along the side of a mountain. Each pool has a different temperature, allowing you to choose the one you like best. I spent an entire afternoon enjoying these healing waters, while admiring the desert landscape that stretches as far as the eye can see.

In addition to the hot springs, Fiambalá is known for its vineyards and the production of high quality wines. I paid a visit to a local winery, where I learned about the wine production process and tasted some of the best vintages in the region. The combination of the dry and sunny climate, along with the fertile soil, creates the perfect conditions for growing excellent quality grapes.

One of the things I enjoyed most during my trip was interacting with the local people. The people of Catamarca are friendly and always willing to share stories and recommendations about their land. In every town I visited, I felt welcome and was able to learn a lot about the local culture and traditions.

The weather in Catamarca is very varied, but in general, it is quite dry and sunny, which makes it perfect for exploring outdoors. Nights can be cold, especially in the higher altitude areas, so it is advisable to bring a warm coat. During the day, temperatures are pleasant, allowing you to enjoy activities such as hiking, biking and visiting the many historical and natural sites.

In summary, my trip through Catamarca was an enriching adventure full of discoveries. From the serene beauty of Copacabana and its impressive church, to the mountainous landscapes of Tinogasta and the tranquility of the Fiambala hot springs, every moment was special. Catamarca is a destination that combines history, culture and nature in a unique way, and I feel fortunate to have had the opportunity to explore it. Without a doubt, it is a place I hope to return to someday to continue discovering its many charms.


Spanish version


Mi viaje por Catamarca fue una experiencia inolvidable. Al recorrer sus pintorescos pueblos y admirar sus paisajes únicos, descubrí una parte de Argentina que me dejó mudo de sorpresa. Uno de los lugares que más me impactó fue el pequeño pueblo de Copacabana, un rincón escondido que parece detenido en el tiempo.

Copacabana es un pueblo tranquilo y acogedor, con calles empedradas y casas de adobe que conservan la esencia de su pasado colonial. Lo más destacado de Copacabana es su iglesia, una joya arquitectónica que se erige en el corazón del pueblo. La iglesia de Copacabana es simplemente hermosa. Con su fachada blanca y detalles barrocos, parece sacada de una postal. Al entrar, fui recibido por un ambiente de paz y serenidad, con sus frescos bien conservados y su altar mayor que refleja el arte y la devoción de sus habitantes. Pasé un buen rato admirando cada rincón de la iglesia, sintiendo una conexión especial con la historia y la cultura del lugar.

Después de disfrutar de la tranquilidad de Copacabana, continué mi viaje hacia Tinogasta. El camino hasta allí es una aventura en sí misma. Mientras manejaba por la ruta sinuosa, las montañas imponentes me acompañaban a ambos lados. Los colores de las montañas cambian con la luz del sol, creando un espectáculo visual que no podía dejar de fotografiar. El clima en esta región es seco y soleado, ideal para disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.

Tinogasta es un lugar que combina perfectamente la belleza natural con la hospitalidad de su gente. Aquí, los paisajes son una mezcla de montañas majestuosas y valles fértiles. Durante mi estancia, visité algunas bodegas locales donde pude degustar vinos artesanales que reflejan el carácter de la tierra catamarqueña. También aproveché para recorrer las termas de Fiambalá, una experiencia relajante que recomiendo a cualquiera que visite la zona.

Fiambalá, situada a unos pocos kilómetros de Tinogasta, es famosa por sus termas, pero también por sus paisajes únicos. Este pequeño pueblo está rodeado de montañas que ofrecen vistas impresionantes y una sensación de aislamiento del mundo exterior. Las termas de Fiambalá son una serie de piscinas naturales de aguas termales que se escalonan a lo largo de la ladera de una montaña. Cada piscina tiene una temperatura diferente, permitiéndote elegir la que más te guste. Pasé una tarde entera disfrutando de estas aguas curativas, mientras admiraba el paisaje desértico que se extiende hasta donde alcanza la vista.

Además de las termas, Fiambalá es conocida por sus viñedos y la producción de vinos de alta calidad. Hice una visita a una bodega local, donde aprendí sobre el proceso de producción del vino y probé algunas de las mejores cosechas de la región. La combinación del clima seco y soleado, junto con el suelo fértil, crea las condiciones perfectas para cultivar uvas de excelente calidad.

Una de las cosas que más disfruté durante mi viaje fue la interacción con la gente local. Los habitantes de Catamarca son amables y siempre dispuestos a compartir historias y recomendaciones sobre su tierra. En cada pueblo que visité, me sentí bienvenido y pude aprender mucho sobre la cultura y las tradiciones locales.

El clima en Catamarca es muy variado, pero en general, es bastante seco y soleado, lo que lo hace perfecto para explorar al aire libre. Las noches pueden ser frías, especialmente en las zonas de mayor altitud, así que es recomendable llevar abrigo. Durante el día, las temperaturas son agradables, permitiendo disfrutar de actividades como caminatas, paseos en bicicleta y visitas a los numerosos sitios históricos y naturales.

En resumen, mi viaje por Catamarca fue una aventura enriquecedora y llena de descubrimientos. Desde la belleza serena de Copacabana y su impresionante iglesia, hasta los paisajes montañosos de Tinogasta y la tranquilidad de las termas de Fiambalá, cada momento fue especial. Catamarca es un destino que combina historia, cultura y naturaleza de una manera única, y me siento afortunado de haber tenido la oportunidad de explorarlo. Sin duda, es un lugar al que espero volver algún día para seguir descubriendo sus muchos encantos.

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