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A United People Beyond Political Ideologies

Yesterday's demonstration was a powerful testimony to the collective will of a united people, beyond conventional political divisions. At a time when society is fragmented by partisan ideologies, this demonstration transcended political differences to focus on the fundamental aspects of life in society: education and free public health care.

Thousands of citizens, from different social strata and with a variety of political backgrounds, gathered in the streets to make their voices heard. The call did not come from any particular political party, but arose from a deep shared concern about the direction key aspects of national life are taking. Education and health, fundamental pillars of any just and equitable society, were at the center of the demonstrators' demands.

One of the highlights of the demonstration was the sense of unity in the air. Despite the political differences that might normally divide people, at this event everyone was marching with a common purpose: to defend education and health as inalienable rights of all citizens. This unity was evident in the signs and slogans that were displayed, as well as in the speeches that were delivered during the protest.

The demonstration also served as a powerful reminder of how far the people are willing to go when it comes to defending their fundamental rights. At a time when political power seems to be increasingly detached from the needs and concerns of ordinary people, this demonstration was a reminder that true power resides in the hands of the people. When the citizenry unites in solidarity, their voice becomes impossible to ignore.

Education and health are two areas that clearly reflect the priorities of a society. Quality education and an accessible and free health care system are indispensable elements for human development and general well-being. However, in recent times, we have witnessed a worrisome deterioration in both fields. Budget cuts, lack of investment and privatization have jeopardized these fundamental rights.

In the case of education, we have seen funding for public education reduced, leading to a deterioration in the quality of education and a widening gap between those who can afford quality private education and those who rely on public education. This not only perpetuates social inequality, but also undermines the very principle of equal opportunity.

In health, the situation is equally worrisome. Cuts in the health budget have led to understaffing, drug shortages and deteriorating hospital facilities. This has left millions of people without access to the medical care they desperately need, exacerbating health inequalities and endangering the lives of those who cannot afford private medical services.

Faced with this situation, the people have decided to rise up and raise their voices in defense of their rights. Yesterday's demonstration was a strong reminder that there are certain things that are not subject to negotiation, such as education and free public health care. These are fundamental rights that must be guaranteed by the state, regardless of political or economic considerations.

We hope that political leaders will listen to the clamor of the people and take concrete steps to address these urgent issues. Education and health cannot be treated as mere commodities in a marketplace, but as fundamental human rights that must be protected and promoted for the benefit of all of society.

SPANISH VERSION (click here!)

Un Pueblo Unido más allá de las ideologías políticas

La manifestación que tuvo lugar el día de ayer fue un poderoso testimonio de la voluntad colectiva de un pueblo unido, más allá de las divisiones políticas convencionales. En un momento en el que la sociedad se encuentra fragmentada por ideologías partidistas, esta demostración trascendió las diferencias políticas para centrarse en los aspectos fundamentales de la vida en sociedad: la educación y la salud pública y gratuita.

Miles de ciudadanos, provenientes de distintos estratos sociales y con una variedad de trasfondos políticos, se congregaron en las calles para hacerse oír. La convocatoria no provenía de ningún partido político en particular, sino que surgía de una profunda preocupación compartida por el rumbo que están tomando aspectos clave de la vida nacional. La educación y la salud, pilares fundamentales de cualquier sociedad justa y equitativa, estaban en el centro de las demandas de los manifestantes.

Uno de los aspectos más destacados de la manifestación fue la sensación de unidad que se percibía en el aire. A pesar de las diferencias políticas que normalmente podrían dividir a la gente, en este evento todos marchaban con un propósito común: defender la educación y la salud como derechos inalienables de todos los ciudadanos. Esta unidad fue evidente en los carteles y consignas que se exhibían, así como en los discursos que se pronunciaron durante la protesta.

La manifestación también sirvió como un recordatorio poderoso de hasta dónde está dispuesto a llegar el pueblo cuando se trata de defender sus derechos fundamentales. En un momento en el que el poder político parece estar cada vez más alejado de las necesidades y preocupaciones de la gente común, esta demostración fue un recordatorio de que el verdadero poder reside en las manos del pueblo. Cuando la ciudadanía se une en solidaridad, su voz se vuelve imposible de ignorar.

La educación y la salud son dos áreas que reflejan claramente las prioridades de una sociedad. Una educación de calidad y un sistema de salud accesible y gratuito son elementos indispensables para el desarrollo humano y el bienestar general. Sin embargo, en los últimos tiempos, hemos sido testigos de un deterioro preocupante en ambos campos. Los recortes presupuestarios, la falta de inversión y la privatización han puesto en peligro estos derechos fundamentales.

En el caso de la educación, hemos visto cómo se han reducido los fondos destinados a la enseñanza pública, lo que ha llevado a un deterioro en la calidad de la educación y a una mayor brecha entre los que pueden pagar una educación privada de calidad y los que dependen de la educación pública. Esto no solo perpetúa la desigualdad social, sino que también socava el principio mismo de igualdad de oportunidades.

En cuanto a la salud, la situación es igualmente preocupante. Los recortes en el presupuesto de salud han llevado a la falta de personal, la escasez de medicamentos y la deterioración de las instalaciones hospitalarias. Esto ha dejado a millones de personas sin acceso a la atención médica que necesitan desesperadamente, lo que agrava las desigualdades de salud y pone en peligro la vida de quienes no pueden pagar servicios médicos privados.

Ante esta situación, el pueblo ha decidido levantarse y alzar la voz en defensa de sus derechos. La manifestación del día de ayer fue un recordatorio contundente de que hay ciertas cosas que no están sujetas a negociación, como la educación y la salud pública y gratuita. Estos son derechos fundamentales que deben ser garantizados por el Estado, sin importar las consideraciones políticas o económicas.

Esperamos que los líderes políticos escuchen el clamor del pueblo y tomen medidas concretas para abordar estas cuestiones urgentes. La educación y la salud no pueden ser tratadas como simples mercancías en un mercado, sino como derechos humanos fundamentales que deben ser protegidos y promovidos en beneficio de toda la sociedad.