De visita a la casa de mis tios por Brasil
Estas son las memorias de una aventura que no voy a olvidar. Son recuerdos de un viaje que hice con mi padre a Brasil para visitar a mis tíos. Una historia genial que demuestra una vez más, que los que se animan nunca pierden.
Cuenta la historia, que hace unos 10 años mi tío y su mujer se fueron de vacaciones al sur de Brasil y esas vacaciones se transformaron en una vacación definitiva. Si, así como lo oyeron se enamoraron de todo lo que vieron allí, del lugar, de la esencia de la gente, del mar y de la naturaleza. Mi tío tiene pasión por el mar y todo lo que tiene que ver con vivir alrededor de él. Mi tia, o su mujer, como lo quieran decir, Ella es amante de las plantas y las flores siempre se la pasa arreglando plantas en su casa, haciendo plantas para otros para regalar y era como su hobbie. Cuando se dieron cuenta de todo eso decidieron quedarse allí. Mi tío habló con mi viejo y le pidió si le podía dar una mano para vender todas sus cosas y algún trámite que se iban a quedar y así fue.
En este viaje después de 10 años de no verse la idea era juntarse otra vez, pero mi viejo quería ir a conocer donde vivía su hermano asique me pregunto si lo acompañaba para no ir solo y para allá nos fuimos. Cuando llegamos la sensación fue increíble. Apenas bajamos del auto nos encontramos a 3 cuadras de la playa en una casa muy linda y simple. Apenas nos escucharon llegar mi tía salió a recibirnos y atrás de ellos unos perros le siguen moviendo la cola para todos lados. Nos recibió con un fuerte abrazo y mucha alegría.
Una vez que dejamos las cosas ella nos pregunta que teníamos ganas de hacer entonces mi viejo le pregunta por su hermano. Y ella les respondió que estaba en el mercado así que lo fuimos a buscar. Llegamos a un galpón a unas cuadras del puerto y nos encontramos con un galpón en donde los pescadores de la zona que son barquitos pequeños o botes grandes osea es un trabajo artesanal, que se hace solamente por la gente del pueblo. Cuando llegamos lo vimos ahí regateando la pesca del día con vendedores de ahí que les compran su pesca para poder venderla en el centro para la gente de la zona o lo llevan a otras pequeñas ciudades. Un olor a mar hermoso que me invadió apenas nos vimos.
Después de encontrarnos nos mostró su embarcación y nos dijo que si queríamos otro día podíamos ir con él. De ahí cuando terminó nos volvimos para la casa y ahí nos dispusimos a relajar.
Ellos en esa semana nos dieron un gran ejemplo de lo que es animarse, de lo que es ser feliz, y lo que es ambas cosas animarse a ser feliz.
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